Escrito por Fiorina
Adorati
Universidad de
Santiago de Compostela, España
Cuando
estaba en Maryville decidiendo a donde me gustaría ir a estudiar, el año
pasado. Ya había eliminados varias universidades y me quedaba solo dos
universidades: Santiago y Madrid. La primera vez que conocí Miguel, el estudiante
de Santiago que está estudiando en Maryville actualmente, le pregunte qué pensó
de Santiago. Me comento que lluvia muchísimo y cuando le pregunte a su amigo
por correo electrónico me dijo lo mismo. Bueno, yo pensé que un poco de lluvia
es tolerante. Cuando llegue a Santiago casi tres meses atrás, llovía una vez cada
tanto. Entonces, pensé que estaban exagerando, pero tengo que admitir ahora ya
que ha llovido SIN parar por casi dos semanas, tenían mucha razón. Es totalmente
imposible de tener el pelo bien hecho o estar bella cuando cada vez que caminos
en las calles es normal de meter un pie en un charco. Por ejemplo, hoy una
amiga y yo decidimos vestirnos bien con vestidos; ya que a los españoles les
encanta vestirse bien. Pero qué mala idea, cuando salimos de la clase de musica
y caminábamos hacia nuestro dormitorio, se largó a llover y por supuesto no teníamos
paraguayas. Ya que por la mañana el cielo estaba despejado y el sol nos estaba
dejando siega. Fue una situación súperamente ridícula. Todo el mundo nos miraba
como si fuéramos marcianas, ya que estábamos vestidas como si fuera verano y
bajo la temperatura tremendamente en unas horas. Bueno, es totalmente normal
que los españoles nos miren… Es la cultura de ellos, de mirar a las personas
mal. Seguimos, esta no ha sido la primera vez que ha pasado esto, el clima de
Santiago tiene su propio loco carácter. Además, por las noches casi siempre hay
una lluvia muy finita que casi no se ve. Tengo que admitir, que solo en
Santiago la lluvia puede llegar ser bella. Las calles y paisajes de la parte
vieja son totalmente mucho más encantadores con la lluvia. El piso mojado
refleja las antiguas casas. Y los paraguayas de diferentes colores y tamaños llenan
las pequeñas calles con colores. Tengo que confesar que le he agarrado mucho cariño
a Santiago, siento como que finalmente puedo decir que estoy en casa.